Nuestro Obispo

Mons. Carlos María Domínguez OAR.

Nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, el 23 de diciembre de 1965; ordenado sacerdote en la Orden de los Agustinos Recoletos el 13 de marzo de 1993 por Mons. Domingo Salvador Castagna, obispo de San Nicolás de los Arroyos; elegido obispo titular de Vita y auxiliar de San Juan de Cuyo, el 22 de abril de 2019 por el papa Francisco. 

Recibió la ordenación episcopal en el estadio cubierto del Parque de Mayo de la ciudad de San Juan, el 29 de junio por Mons. Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (coconsegrantes: Mons. Carlos Humberto Malfa, obispo de Chascomús; Mons. José Luís Azcona Hermoso OAR, obispo prelado emérito de Marajó (Brasil); Mons. Raúl Martín, obispo de Santa Rosa; y Mons. Jesús María Cizaurre Berdonces OAR, obispo de Bragança do Pará (Brasil).

El 5 de febrero de 2022, el papa Francisco lo nombró administrador apostólico de San Rafael. El 11 de febrero de 2023 el papa Francisco lo nombró obispo de esa sede episcopal. Tomó posesión e inició su ministerio pastoral como octavo obispo de San Rafael, el 25 de marzo de 2023. En la Conferencia Episcopal es miembro de la Comisión de Vida, Laicos y Familia (Cevilaf) y miembro del Consejo de Asuntos Económicos.

Lema episcopal: «Alegres en la esperanza (Rm 12,12).».


Escudo Episcopal

El Lema Episcopal

El lema episcopal  de Fr. Carlos María Domínguez está tomado de la carta de San Pablo a los Romanos 12, 12. Dentro de una serie de recomendaciones que tienen como fundamento el amor en la comunidad cristiana, San Pablo exhorta a los Romanos a estar alegres en la esperanza, constantes en la tribulación y perseverantes en la oración. Para ser alegres en la esperanza se necesita cultivar aquella que no defrauda y que tiene su motivación más profunda en Cristo muerto y resucitado. Esta alegre esperanza no podría subsistir sin la perseverante oración que invita a afrontar todas las difíciles situaciones de prueba.

Decía San Juan Pablo II: “La perspectiva de la esperanza teologal, junto con la de la fe y la caridad, ha de moldear por completo el ministerio pastoral del Obispo. A él corresponde, en particular, la tarea de ser profeta, testigo y servidor de la esperanza. Tiene el deber de infundir confianza y proclamar ante todos las razones de la esperanza cristiana (cfr. 1Pe 3, 15). El Obispo es profeta, testigo y servidor de dicha esperanza. De este modo, viviendo como hombres de esperanza y reflejando en el propio ministerio la eclesiología de comunión y misión, los Obispos deben ser verdaderamente motivo de esperanza para su grey. Sabemos que el mundo necesita de la «esperanza que no defrauda» (Rm 5, 5). Sabemos que esta esperanza es Cristo. Lo sabemos, y por eso predicamos la esperanza que brota de la Cruz” (Pastores gregis 3.5).

En la espiritualidad sacerdotal de Fr. Carlos María ha sido una figura marcante el testimonio y la palabra del Siervo de Dios el Cardenal Eduardo F. Pironio quien, en su ministerio episcopal, se esforzó por ser un alegre servidor de la esperanza y predicarla constantemente.

Explicación del escudo

El escudo episcopal está formado por un campo de color verde que es el color propio de la esperanza. También simboliza aquella mies abundante a la que fueron enviados los 72 discípulos para predicar el Reino de Dios (cfr. Lc 10, 1-12. Por último, simboliza el terreno donde debe ser sembrada la semilla de la Palabra de Dios  (cfr. Mc 4, 1-9) de la que el obispo es servidor, anunciándola a tiempo y a destiempo (cfr. 2Tm 4, 2).

Dentro del campo del escudo se encuentran tres símbolos muy significativos en la vida de Fr. Carlos María. 

En la parte superior se encuentra un corazón flechado y en llamas, y un libro, que es el emblema de la Orden de Agustinos Recoletos, familia religiosa de la que proviene el nuevo obispo. Estos símbolos reflejan el lema de los Agustinos Recoletos: “Ciencia y Caridad”. Este símbolo agustiniano por excelencia está tomado de una frase de las Confesiones de San Agustín: “Heriste mi corazón con el dardo de tu Palabra y te comencé a amarte” (Conf. 10, 6, 8). El libro, que representa la Palabra de Dios, es la fuente de donde nace el amor; no hace referencia a un simple saber profano sino al saber último que da razón a cualquier otro saber: el saber sobre Dios y, desde él, sobre el hombre.

En la parte inferior derecha se encuentra una estrella de ocho puntas que es el símbolo tradicional de la Virgen María, a quien la Iglesia invoca con el título “Estrella de la Mañana”. Para San Agustín, María es la estrella que rompió la oscuridad de la noche; la estrella que, con su luz, anuncia el nacimiento del Sol. La Virgen María ha estado presente en los momentos más significativos de la vida de Fr. Carlos María. Ingresó al seminario un 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes. Realizó su profesión religiosa a los pies de la Virgen de Luján. Y fue ordenado sacerdote bajo la maternal mirada de la Virgen de la Consolación, patrona de la Orden de Agustinos Recoletos.

En la parte inferior derecha se encuentra un lirio en flor, símbolo tradicional de San José a quien Fr. Carlos María tiene una especial devoción. En el Evangelio, José no pronuncia una sola palabra. Es símbolo de aquel que hace silencio porque tiene escuchar la voluntad de Dios para cumplir la misión que se le encomienda. A José se le encomienda la misión de ser custodio de Jesús y de María (cfr. Mt 1, 20). El Papa Francisco se pregunta cómo ejerce San José esa custodia: “Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende. Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio. Y José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas” (Homilía del comienzo del Pontificado, 19 de marzo de 2013). La devoción a San José es parte de la espiritualidad agustino recoleta.

Por último, el báculo detrás del campo, simboliza el ministerio pastoral que se le encomienda al obispo de cuidar a todo el rebaño que el Espíritu Santo le confía.

Oración por el nuevo Obispo

      Padre Santo, te damos gracias por la elección de tu siervo Fray Carlos María como Padre y Pastor de nuestra Iglesia de San Rafael.

Tú que conoces los corazones, concede a este servidor tuyo a quien elegiste, que sea un buen pastor de tu santa grey; que configurado con tu Hijo Jesucristo en la santidad de su vida se entregue generosamente por nuestra Iglesia que se le ha encomendado.

    Te pedimos que sea para nosotros profeta, testigo y servidor de la esperanza.

    Jesús, Buen Pastor, Sumo y Eterno Sacerdote, que actuando en tu persona y en tu nombre, sea para nuestra Iglesia a él confiada signo vivo de tu presencia como Pastor y Esposo, Maestro y Pontífice.

Que sea fiel oyente y servidor de tu Palabra para que nos la anuncie con firmeza y valentía; que en su ministerio de santificación nos ayude a alcanzar la santidad a la que todos fuimos llamados.

      Dale un corazón semejante al tuyo, para que sirva a tu Pueblo con una caridad ferviente y solícita, especialmente a los hermanos más necesitados.

     Espíritu Santo, renueva tu unción en él para que sirva a nuestra Iglesia que tú le encomendaste; vele con amor por todos nosotros con entrega generosa; Sea signo de unidad y comunión entre nosotros, para que nunca nos falte la solicitud de nuestro Pastor, y a él no le falte la ayuda y la colaboración de todos nosotros.

    Madre de Lourdes, protege a este siervo tuyo con el manto de tu ternura, y alienta permanentemente su entrega.

       San Rafael, sé su compañero y muéstrale el camino seguro.

       San José, custodia a la Iglesia y a nuestra Diócesis de San Rafael.

       Amén. 











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